Romi reflexiona a partir de un poema del Libro "Desfibrilador" de la autora Gilraen Eärfalas


Elegí este poema porque me tocó el corazón hasta el punto de hacerme llorar. La situación de querer ser fuerte todo el tiempo a veces resulta insoportable, y reprimir los sentimientos como si fueran algo insignificante lo vuelve aún peor. Es una situación muy común hoy en día: muchas veces no se trata de que uno no quiera contar lo que le pasa, sino de que simplemente no logra hacerlo. Decir en voz alta lo que sentimos puede ser difícil, y hasta responder a una pregunta tan simple como “¿cómo estás?” se vuelve casi imposible. Eso es horrible.

Y de tanto reprimir, soportar e ignorar, uno termina explotando por toda la presión acumulada durante tanto tiempo.

Minimizar los problemas también es terrible, y callarlos lo es aún más. A veces, de tanto aguantar y querer mostrarse fuerte por distintos motivos, uno termina cayendo en un pozo. Lo extraño es que muchas veces ya hemos caído en ese mismo pozo antes, tantas que parece que nos dejamos caer por costumbre. En lugar de esquivarlo o saltarlo, seguimos cayendo, y lo más raro es que al permanecer ahí sentimos cierta tranquilidad: podemos llorar en paz, gritar, golpear y desahogarnos sin que nadie nos escuche.

Pero después de soltar todo lo que llevábamos dentro, de llorar lo que teníamos que llorar, logramos salir del pozo y seguimos adelante. Sin embargo, tarde o temprano volvemos a caer en el mismo lugar.

Ahí entendí el poema (desde mi punto de vista): comprendí que, después de tanto aguantar, hay momentos en los que elegimos dejar de ser fuertes. Y en esos instantes es cuando podemos liberar todos esos problemas que veníamos guardando, para que dejen de atormentarnos.

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